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ESPIRITUALIDAD.
Sus emociones siguen a sus pensamientos
Saulo Hidalgo. extraido de la Revista Ritmo social, Listín Diario.
Uno de mis personajes favoritos de la Biblia es el héroe David. Este hombre, al que el mismo Dios lo llamó: “un hombre conforme al corazón de Dios” (1 Samuel 13,14), no era un hombre perfecto; aunque era un logrador de metas y se convirtió en el gran forjador de la nación de Israel, era un ser humano lleno de limitaciones. La grandeza de David consistía en que, a pesar de cometer errores, de equivocarse, de tener fracasos en su camino, de haber pasado por tiempos muy difíciles, David se mantenía apegado al Dios invisible y, cuando fallaba, oraba de esta manera: “…renueva un espíritu recto (firme, perseverante, estable) dentro de mí” (Salmos 51, 10). Todos nos equivocamos alguna vez. Todos tenemos en nuestra historia momentos en que recibimos heridas, en que fuimos lastimados por algo o alguien. Todos tenemos en nuestro archivo cosas que no debieron suceder, pero sucedieron; desearíamos tener el poder de regresar y evitarlas, pero no podemos. Como no pudimos evitarlas, hay que aprender a llevarlas. David aprendió a lidiar con sus errores. Cada mañana oraba pidiendo fuerzas para tener firmeza interior, estabilidad emocional y rectitud para no volver a cometer los errores que antes había cometido. Usted quizás necesita orar de forma semejante: “Señor, dame estabilidad emocional, ayúdame a no seguir más con esta actitud negativa y pesimista con la que no puedo ver el gran futuro que tengo por delante junto a ti. Ayúdame a deshacerme de mis tristezas y a no seguir teniendo lástima de mí mismo(a)”. Querido(a) amigo(a), usted no puede hacer nada por su pasado, pero Dios sí puede. La Biblia dice que Él causa que todas las cosas obren para el bien de aquellos que le aman, y Él puede usar lo que para usted fue su peor momento, para convertirlo en su mayor bendición. Usted puede obrar sobre su presente y sobre su futuro, pero no sobre su pasado. Lo que sí puede hacer es tratar de rectificar lo que hizo mal ayer, haciéndolo bien hoy. La vida es corta y usted no puede desperdiciarla por más tiempo estando deprimido(a), fracasado(a) o derrotado(a). Lo primero que tiene que hacer es levantarse por dentro y comenzar a buscar la ayuda que viene del cielo y que, no importa lo que haya quedado en su récord pasado, está siempre lista para descender sobre su vida y renovar sus fuerzas. Talvez sienta que ya no tiene fuerzas y que ya no sea posible que le lleguen nuevas oportunidades por lo que haya pasado. Si usted quiere tener una vida de victoria, tiene que comenzar por cambiar la manera como piensa de su vida y de lo que usted merece. Si usted quiere aplastarle la cabeza al enemigo que le quiere ver hundido, en este mismo momento decida tener una buena actitud aunque todo vaya de mal en peor, decida estar tranquilo(a) y contento(a) a pesar de que las cosas no hayan salido como las planeó. Decida estar bien, aunque sus cosas le hayan salido mal. David permanecía de pie por dentro, porque sabía que Dios tenía un propósito para su vida. Sabía usted eso, que Dios lo hizo a propósito para un propósito. Por eso escribí mi libro “Hacia dónde voy en la vida”, para ayudar a cada persona a entender que no existe nada en esta vida que tenga razones para que su vida se detenga, ni siquiera la muerte del ser más querido. Entiéndame, su vida no puede detenerse. El mayor enemigo que usted tiene en el camino a la felicidad, aunque parezca raro, es usted mismo(a). Usted y los pensamientos que le vienen a la cabeza cada día cuando abre los ojos en la mañana, si es que logró cerrarlos durante la noche. Luis XIV comentó: “Hay muy poco que pueda detener a un hombre que se ha conquistado a sí mismo”. Sus emociones siempre siguen a sus pensamientos. Tenemos que tener muchísimo cuidado con lo que permitimos que entre a nuestra mente en los momentos de adversidad y prueba. David descubrió que lo primero que la naturaleza humana quiere hacer es darle vueltas a los problemas e inmediatamente dibujar en la mente el panorama más negativo y cerrar todas las puertas de posibles soluciones. Recuerde lo que observó Zig Ziglar: “Lo que usted vea en su mente, su mente va a trabajar para lograrlo. Cuando usted cambia lo que ve, automáticamente cambia su actuación”. Es exactamente por eso que la Palabra de Dios declara: “…diga el débil: Fuerte soy” (Joel 3,10). No dice que es fuerte, dice que diga que es fuerte, porque la fuerza comienza a llegar cuando tenemos la capacidad de pensarlo y de decirlo con autoridad y fe en un Dios lleno de fuerza y misericordia. Ore como David en este momento. Cierre los ojos dondequiera que se encuentre. Reconozca sus errores y deje que Dios haga el resto. Permita que Dios le renueve su mente, su corazón y su espíritu con rectitud, paz y gozo y atrévase a declarar en fe: “Fuerte soy”. Con amor, Saulo Hidalgo. (artículo extraido de la revista Ritmo social, del periódico Listín Diario, de fecha 17/4/2010. Y qué me importa...
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